El superecologista Sánchez dispara las emisiones de CO2 un 54% con su caos eléctrico

Pedro Sánchez emisiones
Carlos Cuesta

Pedro Sánchez era el apóstol de las energías verdes, de la reducción de las emisiones contaminantes. Pero, por lo visto, lo es más de boquilla -o de programa electoral- que en la realidad. Y es que desde el estreno de su Gobierno socialcomunista, las emisiones de CO2 producidas en la generación de electricidad en España se han disparado un 54,4%.

Los datos oficiales son reveladores. El año 2019, en plena celebración de elecciones generales, se despidió con dos datos mensuales de emisión de CO2. Noviembre de 2019 cerró con una emisión de 2.927.826,389 tCO2 eq. Y diciembre con un total de 2.317.141,792 tCO2 eq.

Enero de 2020, ya con el nuevo Gobierno socialcomunista al frente y sentado en La Moncloa comenzó con una subida hasta las 2.992.938,728 toneladas. Y cerró diciembre de 2020 con 2.109.883,491. Todo ello dentro de una órbita más controlada. Y pasando por periodos de frío en los que las emisiones no se dispararon.

Pero las fechas en las que Sánchez tuvo que enfrentarse a las grandes escaladas de precios de la luz registraron igualmente un cambio de tendencia en materia de emisiones de CO2. Fueron las fechas en las que Sánchez igualmente lanzó sus cambios normativos en materia eléctrica.

Esas reformas legales, supuestamente iban a frenar la subida de los precios de la electricidad, cosa que no han logrado ni por lo más remoto. Pero sí se ha producido otro fenómeno: el de la escalada de las emisiones bajo mando de aquellos que aseguraban que su sistema reduciría la contaminación de forma drástica.

Septiembre de 2021, de hecho, registró una emisión de CO2 de 2.922.471,915 toneladas equivalentes. Octubre de este mismo año escaló hasta las 2.782.282,636 tCO2 eq. Y noviembre ha cerrado con 3.576.895,55. Esto supone una subida del 54,4% desde diciembre de 2019. Y del 22,2% desde noviembre de 2019, para tomar un dato con el mismo mes.

Pero, sea como sea, las emisiones suben. Y la explicación es sencilla: España está teniendo que parchear las necesidades de electricidad con una gran generación basada en quemar gas natural e, incluso, carbón. Y todo ello, mientras el Gobierno combate contra el miedo, encima, de que haya cortes en el suministro de ese mismo gas.

Menos gas y más caro

Pedro Sánchez conoce, de hecho, desde hace meses la previsión de que la caída de suministro de gas por medio de gasoductos será este invierno de un 35%. Sabe igualmente que ha intentado traer gas en barcos metanos y que no ha conseguido todo el que quería. Y ha pasado ya a la opción de buscar nuevos suministradores. En concreto, Libia.

El único problema, la situación del país, sumido en una encrucijada en la que se disputan el poder un general, el mariscal Jalifa Haftar, de 78 años, que controla el este y buena parte del sur de Libia, y el hijo de Muamar el Gadafi, que ha pretendido presentarse a las elecciones del próximo día 24 de diciembre y ha sido retirado de ese proceso por la Comisión Electoral.

Pero lo,cierto es que el sistema eléctrico español se debate, en estos momentos, entre el temor a las restricciones de suministro y el aumento de las emisiones contaminantes. Y ello, pese a que la energía vede ha sido la gran apuesta.

La reforma eléctrica del Gobierno, de hecho, llegó a producir situaciones paradójicas en sus primeros compases. Situaciones como que parte de la energía verde española quedase fuera del mix utilizado, para dar prioridad, por ejemplo, a térmicas francesas o, incluso, al uso de carbón procedente de Polonia y Marruecos. Esa situación llegó a provocar el reproche por parte de la UE.

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